domingo, 26 de agosto de 2007

Respuesta a los comentarios del primer número

Agradezco los comentarios vertidos en torno al artículo Oaxaca: nuestro futuro con el presidente Calderón, de los cuales haré una relectura de El Estado y la revolución de Lenin, excelente texto, siguiendo la recomendación que ustedes amablemente me hacen.

Sin embargo, quiero precisar algunos aspectos: "Yo no utilicé la expresión 'presidente legítimo' en mi escrito.

Estoy de acuerdo en que debemos pugnar y contribuir en la desaparición del Estado, de eso no hay duda, pero mientras estemos maniatados por instituciones del Estado mexicano, tendremos que lidiar con ellas, queramos o no.

El Estado nacional controla todos los ámbitos de la economía y de la sociedad, pienso que por un lado tenemos el derecho de recibir diferentes servicios, salud, escuela y la leche, por ejemplo; por otro lado, debemos contribuir a la extinción del Estado, pero ¿cómo hacerlo de manera concreta y organizada?

¿Es legítimo aliarse temporalmente con esa burguesía izquierdista de López Obrador para evitar el avance de un enemigo mayor que es la burguesía de ultraderecha como es la del PAN, el PRI, Calderón, la maestra Gordillo, Televisa, los ociosos banqueros y de las grandes empresas monopólicas como Wal-Mart, Telmex, Grupo Modelo y Cemex, entre otras, que ni siquiera pagan impuestos? (Porque los 67 pesos que desembolsaron [según La Jornada (11/04/2007)] no es ni lo que yo pago de ISPT por concepto de bonos a mi salario, que ascienden a unos 200 pesos, y eso que yo gano poco más de tres mínimos al mes en mi centro de trabajo).

Si hablo acerca de luchar unidos como los hombres y las mujeres que "han peleado denodadamente a lo largo de la historia de México, como ocurrió en el movimiento de Independencia, en las intervenciones extranjeras (de Estados Unidos y de Francia), en la guerra de Reforma, en la Revolución Mexicana, y durante la expropiación petrolera", quiero aclarar que mucha gente sincera y de gran valor que combatió en la lucha de Independencia buscaba cambiar el nivel de vida de su tiempo, independientemente de que quienes triunfaron en 1821 eran en su mayoría un grupo de oportunistas liderados por Agustín de Iturbide, ligados al nuevo grupo gobernante criollo mexicano.

Si destaco la guerra de intervención contra Estados Unidos y contra Francia, considero que ésta causó grandes sufrimientos a la población mexicana de entonces y que aun bajo esas condiciones, muchos pobladores hicieron grandes sacrificios para rechazarlas, a pesar de que estábamos bajo la Presidencia de un sujeto sin principios, complaciente y conservador católico como Antonio López de Santa Anna, primero, y padecimos una guerra intestina que favoreció la invasión gala en nuestro país, después.

¿Representa algún avance la separación Estado-Iglesia, que se dio durante la guerra de Reforma, aunque ésta estuviera dirigida por un hombre que se iba a convertir en el próximo Porfirio Díaz si no hubiera muerto, un hombre liberal que, como dicen ustedes, representó el inicio del desarrollo capitalista?

Por otro parte, la Revolución Mexicana, está claro, la ganó la oligarquía de caudillos que gobernaron el país de 1916 a 1982 (no se diga de los gobiernos de este año a la fecha, aunque ya se denominaron neoliberales).
Hubo un intento con la Convención de Aguascalientes en 1915, con Eulalio Gutiérrez, del establecimiento de un gobierno popular, pero los movimientos revolucionarios de Villa y Zapata fueron aplastados finalmente, la Revolución, por ende, no triunfó, y a pesar de ello se lograron algunos avances, por ejemplo, la jornada laboral se redujo sustancialmente, y se mejoró la salud, y la educación. Ahora, el promedio de vida del mexicano es de 71.4 años para los hombres y para las mujeres, 77.5; a principios del siglo XX, la expectativa de vida sólo era de 35 años (Estadística sociales del Porfiriato, 1877-1910. México 1956. http://www.inegi.gob.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/integracion/pais/historicas/porfi/ESPI.pdf.
En cuanto a la expropiación petrolera, es obvio observar que Lázaro Cárdenas era un presidente oligarca, que obedecía al sistema capitalista sui géneris mexicano, y que reprimió con dureza varios movimientos sociales, es claro que este general no hizo otra cosa más que consolidar la institucionalización de uno de los partidos burgueses más temibles, el actual PRI; no obstante es más fácil reclamarle al Estado sobre un bien que le pertenece, que cuando éste se privatiza y pasa a manos empresariales, e incluso no es esto lo que yo planteo, ni el regreso a esa clase de gobiernos, ni nada por el estilo, sino llegar a una sociedad sin clases, como lo plantea Marx.
La Unión Soviética, a pesar de sus fallas, y de haber tenido a uno de los peores asesinos de la historia, José Stalin, como su gobernante, representó un cierto avance, no por Stalin mismo, sino por los logros de una sociedad más justa que la de los países capitalistas, que inició con Nicolás Lenin, a partir del triunfo de la Revolución bolchevique.

Yo creo que mientras no se pierda el objetivo que es el mismo que ustedes tienen, y que menciona Lenin, la extinción del Estado, no hay por qué rasgarse las vestiduras, sin embargo, reconozco que mis apreciaciones son susceptibles de errores y de correcciones, pero que sólo con su ayuda objetiva y haciendo sólo un crítica constructiva podré dar un punto de vista más científico.

En el texto de Lenin, ¿Deben actuar los revolucionarios en los sindicatos reaccionarios?, este luchador social afirma: “Tampoco pueden dejar de parecernos un absurdo ridículo y pueril las disquisiciones muy sabias, pomposas y terriblemente revolucionarias de los izquierdistas alemanes acerca de que los comunistas no pueden ni deben actuar en los sindicatos reaccionarios, de que es permisible renunciar a semejante actividad, de que hay que salir de los sindicatos y organizar forzosamente ‘una unión obrera’, nuevecita del todo y completamente pura, inventada por comunistas muy simpáticos (y en la mayoría de los casos, probablemente, muy jóvenes)” (Lenin, V.I., Gorter, H., Jefes, partido y masas, Grijalbo, colección 70, México, DF, 1971, p. 22).

Considero y concluyo con otra cita de este gran estadista soviético: “La participación en las elecciones parlamentarias y en la lucha desde la tribuna parlamentaria es obligatoria para el partido del proletariado revolucionario precisamente para educar a los sectores atrasados de su clase, precisamente para despertar e instruir a la masa aldeana inculta, oprimida e ignorante. Mientras no tengáis fuerza para disolver el parlamento burgués y cualquier otra institución reaccionaria estáis obligados a actuar en el seno de dichas instituciones precisamente porque hay todavía en ellas obreros idiotizados por el clero y por la vida de los rincones más perdidos del campo” (Ídem, pp. 33-34.).

No pretendo que tales afirmaciones sean una línea recta a seguir, no sería dialéctico, sino que son un punto de apoyo para sopesar nuestras ideas con pensamiento libre y sincero. En México, ni siquiera existe un partido político comunista del que pueda decirse, por lo menos: ‘Es una voz en el desierto’.

¿Valdría la pena formar uno, que se aleje de lo que representan y repudie mucho de lo que hacen los principales partidos burgueses en México, como son el PRD, el PAN y el PRI?

Martín Arredondo

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